viernes, 16 de enero de 2009

El día de los reproches II

Bitcha. Escribe el poeta borracho en su alcoba, con la escoba, con una arroba de habas habitando su dormitorio. Escribe el poeta borracho bitch, ojalá que descanses donde nunca descansan las almas, donde los lamentos son infinitos como el amor que te supo tener, y buen provecho, te lo comiste todo tú.

Bitcha. Recita el poeta, juglar. Jugar, quisiste, matar, lograste. Juglar de reyes caídos, como los ángeles del infierno. Poeta de muchas mujeres y pocos amores, desdichado sargento en una guerra sin fin consigo mismo, un poco de basura entre sus ojos y a escribir balas de soledad.

Bitcha. Recita el poeta cansado, con los ojos rojos llorosos brillantes como rubíes en bruto, descansado de tu presencia y falto de ti. Recita el poeta cansado sus versos más tristes, sus verbos más pobres, una lírica sin gracia y una gracia que sólo es para ti. Recita el juglar mirando el mar, esperando por un eco descorazonado que le traiga su voz de vuelta porque todas las palabras que te ha dedicado no las ha escuchado más.

Bitcha. Rompe el poema en cuatro, en dos horas más partirá, a un mundo de bohemios felices, a un mundo donde no regales a todos tu intimidad. Bitcha, rompen las olas encima de un lobo de mar varado, así está el poeta, con la cerveza que todos le tiran, en el suelo de un bar, tirado.

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