La firma de un poeta es importante para que antes de que su poema sea leído ya dé qué hablar.
De la originalidad de la firma depende que no vaya a ser confundido con la de otro colega, lo que a la larga siempre sería un problema porque puede que ambos compartan el mismo lugar y un poeta es único y así se sabe porque entiende que cuando escribe solo existe él, él y el papel.
También, debe ser coherente con el estilo que lleva. Esto porque el poeta puede escribir cosas contradictorias a lo que él mismo piensa porque un poema dice lo que el poema propiamente quiere decir, pero que se contradiga en su propio estilo es imperdonable, es como negarse uno mismo, es como querer dejar de ser lo que siempre quisiste ser. Un trazo de más en la firma podría ser un suicidio.
Sin embargo, yo prefiero el método más sencillo: dejarlo sin firmar y lanzar el poema al mundo como una botella al mar y esperar a que alguien lo lea y se lo apropie, con tal de que lo sepa recitar todo está bien.
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