miércoles, 4 de febrero de 2009

La Casa de la Piscina

Siempre que paseaba por la Avenida San Martín, me ponía las audífonos porque me aburría el ruido de la ciudad, los bocinazos, las frenadas y unos conchatumadre que terminaban por hastiar a cualquiera. No salía muy seguido porque vivía tranquilo dentro de mi cuarto donde tenía todo lo necesario para ser feliz, pero una que otra vez me gustaba ir a la casa del cabezón para conversar, tomarnos algunos tragos con los rumberos y jodernos hasta que dieran las dos de la mañana y pedirle a alguien que me jale hasta mi casa porque los ladrones salían a cazar.

Siempre que paseaba por la Avenida San Martín me detenía un segundo a media cuadra de mi casa a contemplar la piscinita que, en quince años que pasaba por ahí, nunca había visto llena ni a medias sino siempre seca y sucia, llena de hojas muertas y la arena que dejaba la paraca que venía muy de vez en cuando. Luego la dejaba atrás y me olvidaba, es una casa sucia más, como la mía, como la de mi vecina y como muchas otras en la ciudad, el viento arrastra la arena desde el desierto y minutos después de haber barrido la acera frente a la puerta ya estaba sucia de nuevo. Es por eso que nunca me llamó la atención la suciedad de las casas de la avenida ni de las veredas, no por gusto en verano caminaba descalzo por la calle.

Pero ese día fue diferente, en su casa, el cabezón me contó que durante el tiempo que me fui a Lima muchas cosas habían cambiado en Ica, lo que era muy cierto, la ciudad parecía otra, las cosas se habían modernizado y caminar se había vuelto más peligroso, con la inyección de dinero que hubo, se incrementó el número de asaltantes, secuestradores y putas. Al parecer, la necesidad había obligado a algunas familiar a usar su domicilio como casa de citas y contratar chicas para saciar las necesidades de aquellos a quien no les bastaba con los placeres sexuales gratuitos.

De las tantas casas que se dedicaban a esto, sólo una tenía interés para mí. La casa de la piscina vacía, en la que nunca vi entrar o salir a alguien y que pensé que vivía algún jubilado que no tenía ni mierda que hacer fuera de su casa y se quedaba viendo televisión todo el día o que paraba tan ocupado que no tenía tiempo para limpiar su piscina. Decían que habían visto a varios hombres entrar en las noches y salir a los veinte minutos, servicio especial, sin colas, sin enfermedades y total discreción. Lo que no saben es que en las ciudades pequeñas la discreción no existe, unos tíos, un par de primos y unos conocidos ya habían sido identificados como asiduos visitantes de la casita del placer.

Entre cambios de tema, el hacer hora con la chela en la mano e ir detrás de la casita del parque a orinar, dieron las dos de la mañana y era hora de volver a casa para que mi vieja, mi querida vieja, no estuviera preguntándome dónde estaba ni con quienes. (Gus)Tavo podía jalarme porque para ir a su casa tenía que pasar por la mía, pero no, así estaba bien, quería caminar, me puse los audífonos, la chaqueta y a empezar el recorrido.
Minutos después estaba cerca de casa, y lo vi, mi pareja de la fiesta de promoción, una puta conocida, le abría la puerta de la casa de la piscina a un extraño que llegaba con un tufo incontenible y apenas en pie, me ve y no me ve porque esquiva la mirada, hace pasar al extraño y cierra la puerta. Me saqué los audífonos porque quería saber cómo sonaba una casa de citas, después de dos gemidos apenas perceptibles decidí seguir. Llegué a casa a dormir a la fuerza, con putas tan cerca podía caer en la tentación de visitarlas. Al día siguiente, regresé a Lima.

2 comentarios:

Luis Gomez Villavicencio dijo...

Tienes la suerte y a la misma vez la desgracia de vivir en la Av. San Martin. Es que lo bueno es que siempre hay cosas interesantes que ver y gran parte de las cosas que pasan en Ica pasan ahi o tienen su origen ahi. Pero, tambien como dices, Ica ha crecido de manera asombrosa y eso se ve reflejado en la avenida.

Yo tambien he caminado descalzo x esa misma avenida y he sido testigo de su cambio y espero volver pronto para ver que sorpresas, como la q cuentas, me depara.

Marilia Navarro Cancino dijo...

jaja
!io paso siempre por esa jato!
nicagando! no jodas?