Al escribir me siento como cuando juego fútbol, creo hacerlo medianamente bien pero en la cancha, con los demás jugadores, mis palabras suenan como autogoles y la gente no corea mi nombre sino piden mi reemplazo y a la banca voy.
Pero no por eso he dejado un segundo de jugarlo, ni un segundo de escribir, porque el amor al fútbol, el amor a las letras, no es hacerlo bien, el amor es hacerlo entregándose al cien.
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