Soy como un hobbit, pequeño y, por eso, aparentemente tierno, y ando descalzo también. Tengo los pies llenos de pelo y las plantas negras de tanto andar, con las sandalias en la mano mientras regreso desde Barranco a patas sintiendo en los pies el ardor.
Soy como un ciego optimista, a propo, cierro los ojos y empiezo a descubrir el mundo con mis otros sentidos, apelo al tacto para orientarme y descubrir las infinitas texturas de las cosas, huelo el aire de mierda a ver si mi nariz enorme me guía hacia la playa a regocijarme con ese olor a mar que te lleva por él como a un marinero, sin dejar de tener los pies en la arena. Y escucho el mundo, mis latidos y la radio que no capta bien la señal, y siento el universo diferente, como si fuera nuevo para mí, así cada día, y así aprendo a diario a vivir.
Soy como una tempera que cuando llega a la vida de uno genera ganas de usar, ilusión, augura obras maestras pero una vez abierto si es que no me gasté en pinceladas (magistrales o mediocres da igual), me seco olvidado en algún rincón, inútil, y presto a ser tirado si un buen día me encuentran o reutilizado con un poco de agua violando mi auténtico color, porque no soy tan bello como cuando se me compró.
Soy como el girasol, olvidado, que fue plantado en el malecón. Crezco grande pero no imponente, con mis pétalos amarillos, cagándome de frío, cagándome de calor, sin madre que me cuide, aguantando todo el día al picaflor que pica, jode porque no puedo defenderme, porque no puedo gritar de dolor. Miro al sol durante el día, pierdo el encanto tras el ocaso y, por las noches, ya ni sé quién soy yo, me quedo en el mismo sitio lo que me queda de vida mientras me va creciendo esta joroba enorme y me inclino al borde de la muerte culpando a esta tierra que ya no me quiere y esta agua que ya no tiene sabor.
Soy un poco como era, aunque antes era mejor
soy de los que esperan una nueva era,
de los que hemos vuelto gritos de esperanza
nuestros gritos de dolor,
lo que no nos rascamos la panza
cuando sentimos cosquillitas de amor,
de los que durante el día empujamos el mundo si no avanza
y nos sentamos en el muelle
viendo cómo se oculta el sol.
Soy un poco como era
y no sabía cómo era entonces
tampoco sé cómo soy hoy.
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