miércoles, 15 de abril de 2015

Mientras haya esperanza

la vida es dura, más dura que en pene a toda asta, más dura que la pared a la que golpeamos con furia, tan dura como la verdad, porque la verdad es vida y a decir verdad la vida no se viene con hipocresías sino que se muestra siempre tal como es.

la vida es dura, más dura para otros que para mí pero por diferentes motivos, uno menos graves que otros, todos soltamos las mismas lágrimas en vida.

hoy, ayer, murieron casi todas las mascotas que vi crecer desde chamaquitos, desde que apenas sabían caminar y comer solos. no pude hacer más que acompañarlos y darles calor para que murieran con menos sufrimiento, muchos de ellos en mis manos. la frustración trajo mil lágrimas, me sequé, la tristeza trajo mil más, me sequé, la soledad trajo mil más, también las sequé.

sé que, no lo sé bien, tengo a cuatro de ellos a mi lado luchando por sobrevivir pero nadie sabe si amanecerán con las patas encogidas o corriendo por doquier. Por donde sé, que no sé bien, siguen conmigo juntos al sol que les coloqué al lado, pasean y no duermen, como temiendo cerrar los ojos por última vez.

hay esperanza y la única esperanza es que no se mueran todos. es igual a mayor escala, la única esperanza que nos queda es que al menos uno de todos los hombres sobreviva y así será, mientras haya esperanza.

(Actualización: Al final todos murieron).

De Pardo a Recreio

Caía la llovizna, lapicero en mano y un papel que se resistía a humedecer, lágrimas en los ojos y un farol que no me dejaba a oscuras aunque a oscuras tuviera el corazón.


Av. Pardo, una cuadra que no sé, un verano que se fue y un amor que maltraté. Mis ojos pardos posados sobre mis manos que no sabían qué escribir, lo dejaría para cuando volviera de viaje pero no volví yo, volvió un sujeto sin verbos y un verbo conjugado en pretérito.




Caía la lluvia en Rio y extrañaba Lima, subía a la cima del Pan de Azúcar pero esa dulzura la había visto en Abancay, un Cristo que no se dejaba ver y cuando sí, me dió la espalda, la suerte no era mía pero nunca se trató de suerte sino de pegar fuerte pero por ir irresponsable a asestar el golpe, otro golpe me pegó fuerte a mí. Cayó la lluvia en lima y extrañaba Rio, paseé por la Costa Verde y aunque mi cuerpo se hubiera quedado quieto mirando hacia el mar infinito, el amor se lanzó por la cuesta y murió a un lado de la pista donde su cadáver quedó con los ojos hacia el asfalto mirando apaciblemente y por toda la eternidad, a los autos pasar.


lo que ella no sabe

ruskin me dijo una vez lo que todos sabemos pero nadie quiere escuchar, no importa qué tan grande sea, el amor no basta. cuando basta sobra, cuando sobra es porque te bastó muy poco.

la realidad me decía que cuando piensas el futuro por dos llega el adiós, cuando piensas el futuro para ti mismo, llega un sismo y cuando no piensas más es cuando no acaba jamás, cuando los planes tuyos siguen su curso y el amor el suyo, porque así como no nos corresponde decidir dónde es que el amor empieza, tampoco nos corresponde decidir cuando acaba.

el amor acabó, decidí acabar con algo que mi alma no quería acabar, acabé con mi alma.

y entre todas esas ideas sueltas, cada una de ellas sin relación una con la otra, me di cuenta que nada había terminado, porque sin alma y con amor sigo andando, transformé pasión en ternura y amor de pareja en amor de amigos, los besos fueron abrazos, los abrazos sonrisas y las sonrisas se mantuvieron. somos dos personas que no murieron.

ella me dijo que hubiera dado la vida por mí. lástima, porque no puedes dar tu vida por alguien que ya la dio por ti.

lo que ella no sabe es que traté de matar mi amor por amor, que maté mi alma por no darme calma y maté algo más para estar en paz. después de lágrimas, pócimas y noches sin dormir decidí partir, partir mi vida, porque de acá para atrás todo es para ti, de ti para adelante todo será porque sí.

lo que ella no sabe es que yo sabré, sin ella, ser feliz.