la castilla estaba casi vacía pero eran las horas en las que quería seguir tomando.
señor, sírvame otro vasito más, y siga haciéndolo hasta que estos ojos no sepan llorar. le dije
por supuesto, me sirvió, iba por la décimo tercera y no había indicio confiable de que esto fuera a parar. luego de muchas más copas ningún vómito se me vino por la garganta, ninguna palabra me supo bien, sólo quería seguir bebiendo para no estar conciente cuando llegara el amanecer.
la castilla estaba casi vacía, solo quedábamos el viudo de la gabardina gris y yo. él mirando al vacío pensando en todo y yo mirándolo todo pensando en nada. daban las cinco de la mañana y me llegó al alma una pregunta, una que yo nunca podría responder y tú nunca querrías responderme.
era acaso tan difícil saber si algún día me podías querer.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario