Hace mucho tiempo conocí a un homosexual, un mariconcito con todas las de ley, que se había infectado de VIH. Un tipo con un futuro promisorio que no tenía miedo de enfrentarse a la vida hasta que la vida, la libertina, le jugó una mala pasada.
Este maricón en cuestión cometió el error de dejarse llevar por las ganas y hacerle sexo oral al primer huevón que se encontró en el baño. Pasado el tiempo en un examen de sangre se lo diagnosticaron. No entró en una profunda depresión como se acostumbra sino que ubicó al beneficiario de su lengua y le informó a él que lo había contagiado y que, probablemente, el también habría contagiado a alguien más.
Este no le hizo caso, por supuesto, no le creyó una palabra y siguió feliz con su vida. De él, se sabe que ha tenido muchas relaciones, con hombres y mujeres, muchas de estas relaciones terminaron en la cama y sin protección.
Unos años después, en un análisis, el beneficiario de la lengua constató que sí estaba infectado y que había contagiado al maricón que, para este tiempo, ya había fallecido.
Empezó a buscar a todas las personas con las que había tenido relaciones durante los años que no hizo caso al anuncio de su infección. Encontró pocos, muchos habían fallecido tras una profunda depresión. Empezó a usar un lazo rojo en la muñeca derecha y a pedir perdón a los familiares, entró en una crisis emocional profunda y al poco tiempo falleció. Antes de morir pidió que se le enterrase con la cinta, que quería que todos supieran que murió infectado y que infectó mucha gente durante lo que le quedó de vida.
Encontraron luego una carta de él donde afirmaba que era culpable de la muerte de muchas personas, porque advertido de que estaba infectado siguió contagiando gente y gente. Que todo el que supiera que estaba infectado y contagiara a alguien a sabiendas debería ser encarcelado por inoculación de un veneno sin antídoto.
Junto con la carta había un lazo rojo en el que estaban escritas las iniciales de todas las personas que el recuerda haber infectado, este lazo medía metros y metros. Al final de este decía: "Felizmente tuve tiempo para poder cortar este lazo"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario