Quién probara las dulces palabras
de la melancolía,
como quien te besa los labios
y se lleva tu verbo amada mía.
Quién supiera las ideas insolentes
que te cruzan por la cabeza,
supiera con un verso alegrarte
y decirte frases apropiadas, con certeza.
Quién rozara imperceptible tu piel
al tiempo que sonroja tu mejilla,
te dijera quiero rojos esos ojos
y esos labios de manzanilla.
Quién escribiera un poema cada día
y no los publicara
porque no quisiera que a otra bella
este se dedicara.
Quién se conmoviera con tu gesto
y te compusiera una canción,
te dejara una guitarra en tu puerta,
una armónica, un saxofón.
Quién fuera de tus ojos el predilecto
y al verte le temblara la pupila,
le faltara el aire de pronto,
y sintiera que la voz le vacila.
Quién probara tus dulces palabras,
supiera las ideas insolentes,
y rozara imperceptible tu piel.
Quién escribiera un poema cada día,
se conmoviera con tu gesto
y compusiera una canción.
Quién fuera aquel que te acaricia con sonatas,
te arranca sonrisas con tinta
y te aclama modelo de mujer.
¿Quién hiciera todo esto como lo haría yo?
No, olvídalo querida,
nadie más tiene tanto corazón.
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