sábado, 31 de enero de 2009

El eco siempre se hace esperar

A veces escucho el silencio del mundo cuando termina la lluvia y no quiere salir el sol ni se dejan ver las estrellas, cuando el cielo deja de soltar las lágrimas pero no sonríe, como si estuviera dormido cansado de tanto llorar. A veces escucho el silencio del mundo y siento la soledad, y me parece que no existo, que soy un fantasma sin muerte previa, que esta alma que me regalaron no sabe de felicidad, entonces me siento un momento tras la ventana, aprieto mis puños y me pongo a llorar.
A veces siento el silencio del mundo y me siento vacío también, apoyo mi cabeza en mis manos y me pongo a pensar que el mundo calla un segundo para poder respirar, para sacarse este caos de encima, para tener un segundo de paz, entonces me siento un momento tras la ventana, aprieto los dientes y mi corazón deja de palpitar.
A veces escucho el silencio del mundo, que está cansado y lleno de penas, poblado por gentes que no saben ser buenos ni con los que ellos saben amar, harto de sus pisadas de furia y las huellas que nadie sabe de dónde vienen y ni a dónde van. A veces escucho el silencio del mundo que pide un poco de piedad, que dejar vivir es más difícil que matar.
A veces escucho el silencio del mundo, entonces me siento un momento y suena la bala, se oye el sollozo, se escucha la pena, el hambre, la ruindad, se oye la malicia, la avaricia, la soledad, retumba el dolor, la rabia y la mezquindad, canta el grito que exige paz y libertad, susurran los ángeles que los hombres no saben ni mierda sobre buena vecindad.
A veces escucho el silencio del mundo, entonces me siento un momento tras la ventana, aprieto los dientes, cierro los ojos y me tapo los oídos porque luego vuelve con fuerza el ruido de la ciudad y yo, yo ya no quiero escuchar.

sábado, 24 de enero de 2009

¿Cómo firma el poeta?

La firma de un poeta es importante para que antes de que su poema sea leído ya dé qué hablar.

De la originalidad de la firma depende que no vaya a ser confundido con la de otro colega, lo que a la larga siempre sería un problema porque puede que ambos compartan el mismo lugar y un poeta es único y así se sabe porque entiende que cuando escribe solo existe él, él y el papel.

También, debe ser coherente con el estilo que lleva. Esto porque el poeta puede escribir cosas contradictorias a lo que él mismo piensa porque un poema dice lo que el poema propiamente quiere decir, pero que se contradiga en su propio estilo es imperdonable, es como negarse uno mismo, es como querer dejar de ser lo que siempre quisiste ser. Un trazo de más en la firma podría ser un suicidio.

Sin embargo, yo prefiero el método más sencillo: dejarlo sin firmar y lanzar el poema al mundo como una botella al mar y esperar a que alguien lo lea y se lo apropie, con tal de que lo sepa recitar todo está bien.

Flor de Papel

Celofán. Brillante bajor el sol
como mil espejos de color.
Flor de papel, sin vida en sus pétalos
pero con la belleza de un Rafael,
como un ángel y su luz,
como la luz de neón de cualquier hotel.

Flor de papel celofán, frágil al contacto
y delgada como mis dedos,
cubierta de escarcha y de rocío,
cubierta de amor y odio, calor y frío,
cubierta de su melancolía de papel
de aquellos días
que se veía la lluvia caer.

Flor de papel, a sus quince años,
una chiquilla que anda por las calles
vendiendo estampitas, los sábados humitas,
para mantener a sus hermanas chiquitas.
Flor de papel, hablando con extraños,
una niñita que no tuvo niñez,
una flor que se abrió muy pronto
a ver que el mundo es cruel, feo y soez.

Flor de papel, celofán, sin afán por la vida
y sin vida que gozar,
pero a pesar de todo
al brillar el sol ella sonríe
porque es una flor silvestre de ciudad
porque ella es más fuerte
más fuerte que la tempestad.

viernes, 16 de enero de 2009

El día de los reproches II

Bitcha. Escribe el poeta borracho en su alcoba, con la escoba, con una arroba de habas habitando su dormitorio. Escribe el poeta borracho bitch, ojalá que descanses donde nunca descansan las almas, donde los lamentos son infinitos como el amor que te supo tener, y buen provecho, te lo comiste todo tú.

Bitcha. Recita el poeta, juglar. Jugar, quisiste, matar, lograste. Juglar de reyes caídos, como los ángeles del infierno. Poeta de muchas mujeres y pocos amores, desdichado sargento en una guerra sin fin consigo mismo, un poco de basura entre sus ojos y a escribir balas de soledad.

Bitcha. Recita el poeta cansado, con los ojos rojos llorosos brillantes como rubíes en bruto, descansado de tu presencia y falto de ti. Recita el poeta cansado sus versos más tristes, sus verbos más pobres, una lírica sin gracia y una gracia que sólo es para ti. Recita el juglar mirando el mar, esperando por un eco descorazonado que le traiga su voz de vuelta porque todas las palabras que te ha dedicado no las ha escuchado más.

Bitcha. Rompe el poema en cuatro, en dos horas más partirá, a un mundo de bohemios felices, a un mundo donde no regales a todos tu intimidad. Bitcha, rompen las olas encima de un lobo de mar varado, así está el poeta, con la cerveza que todos le tiran, en el suelo de un bar, tirado.

miércoles, 14 de enero de 2009

Anadiplosis Vulgar

Y te dije, guarda silencio,
Que el silencio de la noche me dice,
Qué dices tú de mí.

¿Y qué dice esa noche muda?,
Muda rápido de aquí.
¿Acaso aquí no estás a salvo?
Salvo que quieras morir.
¿Entonces muere lo nuestro?
Lo nuestro ya tocó fin.

Y al fin, ¿qué te dijo la luna,
Que tras la luna de mi cuarto,
A un cuarto para las diez le dije yo?
Dijiste: “Yo no quiero a este niño,
Niño que más que amarlo me hace reir,
Y a reír me quedaré,
Cuando me quede con su corazón en mano,
Y mis manos se queden sin él”

Él le dice entonces:
“Entonces ríe de una vez,
Que alguna vez te di mi corazón,
Y sin corazón, no lo quisiste devolver.
De volver, ni pienses que hoy me voy,
Me voy a olvidar de querer”

martes, 13 de enero de 2009

Pretérito Imperfecto I

1.- No es una declaración de amor sino un desahogo fuera de lo normal, le dije.
2.- Para mí es una llamada cualquiera, de un cobarde que no me puede decir las cosas al frente, es como decir nada, me dijo.
3.- Y tú qué sabes de este decir, dices eso porque no tienes que ocultar lo que sientes por respeto a la dignidad y decencia que quieres que otros vean en ti y quiero que tengas, le dije.
4.- Por qué dices que no sé sobre tu decir si ya me dijiste que te gusto, si ya me dijiste que me quieres. Si has dicho que evitas quererme porque puede llegar el punto en que no puedas decirme que no. Son todas palabras de cualquiera, nada que no me hayan dicho antes, ¿es este tu desahogo fuera de lo normal?, no querido, esta es una declaración de amor común y vulgar, me dijo.
5.- Pero a qué viene todo esto, si en el fondo te encanta que me muera por ti, le dije.
6.- No es eso idiota, si serás!, es que eres un niño todavía, jugando a las cartitas, a dejar mensajes en el celular, esas son cojudeces, no hay nada que quede más guardado que tu voz en mi mente, me dijo.
7.- Eso es mierda, si al final me echarás, te irás y no quedará vestigio de lo que te estoy queriendo. Los poemas son eternos, los amores no, le dije.
8.- Los poemas son enternos dices, los poemas rotos que tiras al tacho también?, cojudeces. Además, si así fuera, si los poemas fueran eternos, a su manera serían mediocres también porque si bien dices los amores no son eternos, sí son legendarios, me dijo.
9.- Esta conversación se hubiera resumido en un te quiero o un te quiero besar. Estamos enfrascados en una conversación sin sentido, inservible. Nos alejamos hablando así, queriendo argumentar para tener la razón y no para razonar. Si esto es lo que quieres escuchar, pues ya está, te quiero, es lo que querías no?
10.- ¿Y de qué sirve que me quieras si yo no te voy a querer?, me dijo y yo no supe qué responder.

jueves, 8 de enero de 2009

Las primeras palabras

doce, dice. dulce, prueba. la paciencia se le acaba en un ratito y dice once, se van los minutos que le quedan, pero ella no los quiere más, se quiere ir, sin más, sin mí.

once, como quien no quiere la cosa, posa su vaso medio lleno al filo de la mesa y lo deja caer, mierda! deja oir en la sala, mierda! todo se ha acabado, presiento. mierda! cuanta razón tenía, mierda! maldecía mientras se iba.

diez, pero si quedan diez todavía. no importa, el tiempo no es buen amigo y tú lo sabes, yo ya no soy tuya y tu serás mío un tiempo más. diez, el tiempo es mi mejor amigo porque si esos diez te hubieras quedado, ay de mí que me hubiera matado y ay de ti que de mí, en esos minutos, te hubieras enamorado.

nueve, de la noche, a dormir temprano que este feeling roedor a medida que se hace más de noche se vuelve más violento, menos lento y más humano.

Dos palabras en el mismo papel

alguna vez escribía te quiero en papel, cuando precisamente no quería querer a nadie y los zumbidos jodidos de toda faceta enamoradora me atormentaban intentando saber si era correcto o no quererte sobre papel y no a la cara, como los machos.
alguna vez escribía te quiero, porque no quiero, quería, decirlo al frente y me mantuve firme en el método cobarde, que es más entretenido y más barato (Fito Páez) pero a la larga tonto e impotente. alguna vez que escribía que te quiero me decía que estas palabras sobre papel no sirven de nada, como las orquídeas sobre el pecho en las fiestas de promo, es un reflejo de la vanidad que nos hacemos sentir los poetas malhechos y malhechores. por eso cuando ahora, por las noches, escribo que te quiero sobre papel lo subrayo porque son las palabras que alguna vez, ocurrirá, diré al frente, sin vergüenza como los sinvergüenzas, sin miedo como los temerarios, sin dinero como mi monedero, como un buen muchacho, como los machos.